El silencio no es la ausencia de sonido. El silencio es una forma de ver las cosas.
Cuando al detectarlas no se hace un vacío adicional de la percepción misma.
Cuando vemos el mundo no solemos verlo con silencio, porque además del objeto que nos impregnamos, nos llenamos de todas las inquietudes que presupones que él es. Percibir con silencio, es percibir las cosas como son, sin que a ellas se les otorgue nada adicional por nuestra parte como perceptor. Ser perceptor silencioso no es no hacer ruido con respecto a lo que percibimos o detectar ausencia de música, ser silenciosos es simplemente impregnarnos de aquello que se está percibiendo, aquello que se detecta en forma de presente. Cuando podemos observar, escuchar las cosas y más allá de lo que percibamos simplemente hay eso y no hay una disquisición mental adicional por parte del perceptor de ese mundo que nos invade, entonces hay silencio. Silencio es no tener ruidos en la mente cuando percibimos el mundo. La mayoría de las personas tienen como grillos en la noche cuando nos acostamos a dormir. Es decir, la noche está siempre impregnada de esa cantaleta de estos grillos. La mente suele hacer ruido porque está impregnada de cosas que no hacen parte del presente que acontece. La mente hace ruido porque está llena de cosas que no son necesarias, está llena de prejuicios, de inquietudes, de deseos, de comentarios… tenemos siempre en la mente infinidad de locutores que nos están informando sobre lo que está aconteciendo en el mundo. Siempre percibimos las cosas a través de la intermediación de terceros que nos sugieren las cosas que ellas son. Percibir con silencio es percibir las cosas como son, es no colocar nada adicional a lo que por sí mismas manifiestan. Percibir con silencio es un don. Porque permite percibir el mundo sin agotarnos. ¿Qué es lo que agota de percibir el mundo? Es la cantidad de sugerencias que hay asociadas a las cosas que estamos hablando, a las cosas que estamos escuchando, que estamos oliendo. Una persona camina por un lugar muy bello, que en primavera empieza a florecer, y no puede estar en silencio porque a parte del esplendor de la naturaleza siempre está imbuido de otras cosas, prejuicios, miedos, de información más allá del momento en el que ahora está. Está imbuido en las inquietudes del mundo, de lo que tiene que hacer, de lo que tiene que trabajar, de los miedos que tiene en el sentir, de las inquietudes que tiene más allá del momento que está presentándose. Entonces los colores con los que se vista la naturaleza no pueden ser naturales, no pueden ser silenciosos, porque están llenos de partes que no hacen parte de ese instante. Las personas desafortunadamente no saben estar en silencio, no saben escuchar en silencio. Y silencio no es no escuchar nada, silencio es despojar en la percepción de las inquietudes que tenemos cuando detectamos el mundo. Las personas desafortunadamente siempre prejuzgan lo que perciben. Siempre están proyectándose en el pasado o en el futuro, y las cosas las ven entremezcladas, a causa de esas circunstancias. Entonces cuando caminan, o realizan cualquier acción siempre están llenas de otra cosa, están llenas de sí más sus propias inquietudes, angustias o felicidades. Entonces al caminar sobre dos zapatos, parecieran que son diez o más los que caminan, pareciéramos que fuéramos un cien pies, porque hay tantos que nos acompañan, tantos que dan sus opiniones acerca de las cosas que hacemos…
Cuando percibimos el mundo, nos llenamos de cosas que no tienen sentido, llenamos el mundo de ruido, entonces parecemos como grillos en la noche. Nunca hay silencio, siempre estamos ocupados pensando, y cuando las personas no están ocupadas pensando están ocupados sintiendo, y entonces el ser humano no percibe el mundo con silencio. Siempre percibe modificaciones de esas evocaciones que hace constantemente y que lo atrapan y no lo dejan libre. Las personas no vienen solas, viven acompañadas de sus angustias, de sus felicidades, de
sus inquietudes y ellas son las que muestran el camino, las que siempre se presentan como un paisaje que nunca nos dejan con descanso.
Percibir con silencio es un arte, el arte de la silenciosa percepción es una maravilla.
Es más, percibir el silencio desde el silencio es un arte, pero es igual de artístico percibir el ruido desde el silencio. Desde el silencio se pueden percibir todas las cosas. Y todas las cosas cobran una majestuosidad tal de que impregnan con intensidad el mismo presente. El silencio cuando cobija nos hace olvidad del sentido de posesividad que hay en la percepción. Percibir con silencio es percibir sin yoidad, sin sentido de Ahamkara. Las personas en relación con las cosas siempre perciben el mundo queriendo poseerlo, luchando contra él, evitándolo, o bajo cualquier operación que implica una lucha o un intercambio adicional al objeto mismo que se percibe. Percibir con silencio es percibir sin yo, pero percibir sin yo no es dejar de percibir, es percibir en silencio. Percibir sin yo es una facultad de reacción que tiene la mente sobre los objetos sin necesidad de impregnar sentido de posesividad sobre la percepción.
Cuando leen por ejemplo un libro y están atentos a leerlo, pueden reaccionar mentalmente ante los eventos de la lectura, abstraídos en la lectura, no son capaces de percibir sentido de posesividad en la percepción, esa es una modalidad de silencio. Hay muchas modalidades de silencio. Hay muchas y más profundas modalidades de silencio, algunas de ellas operan en la inmensa profundidad de la no dualidad. La no dualidad es un inmenso mar silencioso donde todo nace y muere, en donde todas cosas acontecen, donde todas las multisimetrías operan. Es un lugar lleno de actividad, intensidad, dinamismo y sin embargo es terriblemente silencioso porque simplemente acontece, simplemente acontece, nos deleita de todo lo que tiene.
Espectadores silenciosos del universo.
El silencio no es apartarse con miedo de las cosas. Silencio no es apartarse con angustia de los objetos que nos producen temor. Silencio no es desear las cosas que queremos. Es una forma de intercambio natural y espontánea con el presente. El presente es la ecuación más silenciosa que existe y en la medida en que nos impregnamos de él y permitimos que viva en nosotros, nosotros vivimos en él. Y en ese intercambio mutuo cesa momentáneamente el yo y entonces el universo se demuestra y se descubre bajo un ropaje diferente, el ropaje del silencio, la limpieza en la percepción. De las cosas siendo como son, de la realidad expresándose como es.
No hay nada más bello que ver el mundo como es. No hay nada más momentáneo y pobre que ver el mundo como queremos verlo, bajo nuestra propia melodramática percepción personal. Más allá de lo que queremos, buscamos o entendemos el universo es dinamismo altamente silencioso, sin embargo, ese dinamismo que no entendemos hace ruido en nuestras cabezas, y esos ecos no nos dejan percibir las cosas como son. La forma más extraordinaria de percepción del mundo es el presente.
El presente conjuga en sí mismo la magia de la percepción simple. El silencio es percibir las cosas sin nuestras disquisiciones personales y vivir en ese mundo y sin embargo poder reaccionar. El presente no es una camisa de fuerza, como tampoco lo es el silencio. En el presente existe un dinamismo natural que jamás se pierde. Hay un dinamismo natural que nunca se agota. Pero en esa expresión simple y pura de la naturaleza, cuando el presente se advierte, algo en nosotros se aquieta. Se aquieta el sentido de poseerlos. Se aquieta el sentido de ser propietario de él. Se aquieta el sentido de sentirnos diferentes de él. Y en esa danza de percepciones presenciales nos sumergimos en todas las cosas y todas las cosas se sumergen en nosotros. Y en esa fiesta de vida y en esa percepción nos convertimos en aquello que percibimos, y aunque haya ruido hay
silencio, y aunque haya movimiento hay silencio. Y aunque haya cualquier cantidad de cosas a través de los sentidos, siempre hay silencio. El silencio no es una facultad de los objetos, el silencio es una facultad del perceptor. Es una facultad que finalmente se da, que acontece cuando en él hay tranquilidad y los objetos que se experimentan son los que hay en el mundo, los que se detectan a través de los sentidos o en lo que la mente responde ante los eventos que están aconteciendo.
Ser diestros en el manejo del silencio es ser diestros en el manejo de la percepción. Ser diestros en el manejo de la percepción es ser diestros en la ausencia del yo.
No hay percepción más diestra, más limpia, más candente e intensa que la percepción sin sentido de yoidad.
Sabes lo que es merodear por la naturaleza, escucharla, detectarla, olerla, tactarla y sin embargo ser espectadores del silencio donde todas las cosas ocurren?
Sabes lo que es percibir el mundo y no agitarse por la percepción del mundo?
Sabes lo que es percibir el mundo y que la percepción nazca y muera?
Eso es lo que denota el silencio y el silencio interior.
El silencio interior no es no hablar, no es mouna, el silencio interior no es expresar cosas, el silencio interior es reaccionar al mundo cuando éste es un presente continuo, y en esa presencia continua se da la magia de la disolución del yo.
El yo es esa ingente fuerza que bien o mal distribuye todo en fraccionamiento y genera sentido de posesión de las partes. Es la causa del dolor, de la angustia y de la muerte, pero más allá de ello, en el silencio de la propia quietud interior las cosas danzan y purulan maravillosas sinfonías de percepción cuando solamente el yo está ausente en la cognición. Entonces se reacciona ante las cosas y las cosas llenan, no se sabe dónde terminan los objetos y dónde empieza quien los conoce. En esa ausencia de límites que se establece en la percepción todo ronda en todas las cosas e inclusive las fronteras de la percepción van más allá de sus propias fronteras e inundan cosas que están desconocidas a la mente humana. Y en esa ronda de eventos y en esa inconmesurabilidad de lo absoluto, al unísono todo canta, todo danza, y todo se percibe y esa es la experiencia de la no dualidad y esa es la experiencia del nirvikalpa samadhi. Allá donde todo ronda en sí mismo y todo se conoce en sí mismo. Ese es el inmenso silencio que llena todas las cosas. El inmenso silencio es la conciencia misma, la conciencia no dual.
El silencio interior es el arte de no crear juicios adicionales a los objetos que se experimentan.
Es una medida justa a cada acto en donde cada cosa encuentra el eslabón siguiente al mundo ya que el presente es la cadena que une todas las cosas.
Así es el silencio. Así es el silencio interior.
Sesha